padre alcohólico, un padre cuyo consumo de alcohol afecta su capacidad para cuidar, proteger o acompañar a sus hijos. También conocido como padre con trastorno por uso de alcohol, este rol no es solo un problema personal: se convierte en una herida que se transmite entre generaciones. No se trata de alguien que bebe de vez en cuando. Se trata de alguien que prioriza la bebida sobre las necesidades básicas de su hogar: las comidas, las citas médicas, los deberes escolares, los abrazos. Y eso deja marcas que no se ven, pero que se sienten todos los días.
hijos de alcohólicos, niños y adolescentes que crecen en entornos donde la estabilidad emocional es inconstante aprenden a callar, a anticipar el enojo, a esconder las lágrimas. Muchos crecen con la creencia de que el amor se gana siendo perfectos, o que el silencio es la mejor forma de sobrevivir. Algunos terminan repitiendo el patrón. Otros se convierten en cuidadores, en padres que se niegan a ser como su padre. Ninguna de estas respuestas es fácil. Y ninguna es culpa suya.
violencia doméstica, un resultado frecuente cuando el alcoholismo se combina con la impotencia, la vergüenza o la falta de apoyo no siempre es física. A veces es gritar, ignorar, romper cosas, desaparecer por días. Otras veces es hacer que el niño crea que lo que pasa en casa es normal. En Chile, según datos de la Subsecretaría de la Mujer, más de un 30% de los casos de violencia intrafamiliar tienen relación directa con el consumo excesivo de alcohol. No es una coincidencia. Es una consecuencia.
No estás solo. Ni tu familia está condenada a repetir lo mismo. Hay caminos, aunque no sean fáciles. Hablar con un psicólogo, acudir a grupos de apoyo como Al-Anon, buscar ayuda en centros de salud mental de la USACH o en organizaciones como Fundación de Ayuda al Alcohólico son pasos reales. No se trata de salvar al padre. Se trata de salvar tu paz, tu futuro, tu derecho a no llevar el peso de alguien más.
Lo que encontrarás aquí no son consejos genéricos. Son historias reales de personas que crecieron con un padre que bebía, de hijos que se convirtieron en padres y decidieron cambiar, de madres que lucharon solas, de adolescentes que aprendieron a pedir ayuda. No hay magia. No hay soluciones rápidas. Pero sí hay esperanza, y hay compañía.
Patricia Rivadeneira compartió recientemente un testimonio emotivo sobre su difícil infancia, marcado por la convivencia con un padre alcohólico. Relató el impacto profundo que la adicción de su padre tuvo en su vida, generando miedo y ansiedad. La historia destaca la importancia de los sistemas de apoyo para mitigar estos efectos en los miembros de la familia, particularmente en los niños.
