El equinoccio de septiembre, el momento del año en que el Sol cruza el ecuador terrestre, haciendo que el día y la noche tengan casi la misma duración en todo el planeta. También conocido como equinoccio de otoño, este fenómeno ocurre entre el 22 y el 24 de septiembre y marca el paso de la estación cálida a la fría en el hemisferio norte. En el sur, en cambio, es el inicio de la primavera: las plantas renacen, los días se alargan y la naturaleza vuelve a activarse. No es solo un cambio de calendario, es un evento astronómico real que afecta cómo vivimos, cómo trabajamos y cómo sentimos el tiempo.
Este fenómeno no es casual. La Tierra está inclinada 23,5 grados sobre su órbita alrededor del Sol, y cada año, en dos momentos precisos, esa inclinación hace que el Sol ilumine exactamente la mitad del planeta. El otro equinoccio ocurre en marzo, pero el de septiembre tiene un peso especial: es el primero que sentimos con más fuerza después del verano. Los atardeceres se vuelven más dorados, la luz cambia de calidad, y en muchas culturas —desde los antiguos chilenos hasta los europeos— se celebraba como un momento de balance, de recolección, de agradecimiento. Mientras el sol se mueve hacia el sur, los días se acortan y la energía se vuelve más suave. No es un fin, es una transición.
El solsticio, el día más largo o más corto del año, según la estación. solsticio de invierno y solsticio de verano son los extremos: uno con 24 horas de oscuridad en el Ártico, otro con el Sol casi vertical sobre el Trópico de Cáncer. Pero el equinoccio es el punto medio, donde todo se iguala. Es el único momento del año en que el Sol sale exactamente por el este y se pone por el oeste, sin desviarse. Eso lo hace único. No hay sombras en el ecuador al mediodía. En Santiago, el día dura 12 horas y 4 minutos —casi perfecto. En Valparaíso, igual. En Punta Arenas, también. La Tierra, en ese instante, no favorece a nadie: todos reciben lo mismo. Y eso, en un mundo tan desigual, tiene un valor simbólico profundo.
Lo que ves en las noticias aquí abajo no es casual. Hay partidos de fútbol que se juegan bajo esa luz especial de septiembre, como el duelo entre Universidad de Chile y Alianza Lima. Hay tenistas que entrenan bajo el sol del China Open, sabiendo que el equinoccio cambia la dirección de la sombra en la cancha. Hay científicos de la NASA que usan ese momento para calibrar satélites, porque la radiación solar se comporta de forma predecible. Y hay gente que, simplemente, se detiene a mirar el cielo al atardecer, sin saber por qué, pero sintiendo que algo grande está pasando.
Estos son los momentos que marcan el ritmo de la vida, sin que nadie lo diga. El equinoccio de septiembre no se vende en tiendas, no tiene hashtag, pero lo sientes. Y en esta colección de notas, lo encontrarás en los detalles: en un gol marcado bajo el sol poniente, en una entrevista que se graba con la luz del otoño, en una noticia que llega justo cuando el día empieza a perder minutos. No es solo astronomía. Es vida. Y aquí tienes lo que pasó en esos días.
El artículo aborda la llegada de la primavera en el Hemisferio Sur, destacando el equinoccio de septiembre. Explica cómo se define el inicio astronómico de la primavera y los efectos climáticos y naturales asociados. Menciona la variación anual en el momento exacto del equinoccio debido a la órbita terrestre.
