Los conscriptos fallecidos, jóvenes reclutados obligatoriamente en el ejército que murieron durante su servicio. También conocidos como soldados reclutas fallecidos, son una parte silenciada de la historia militar chilena. No son estadísticas en un informe, son hijos, hermanos, amigos que se fueron sin que nadie les preguntara si querían estar allí. Cada nombre detrás de esos datos tiene una familia que sigue preguntando: ¿cómo murió? ¿por qué no lo protegieron? ¿por qué no se hizo justicia?
El servicio militar, obligatorio en Chile hasta 2005, y aún parcialmente vigente en forma de servicio alternativo no fue solo un trámite. Fue un sistema que envió a adolescentes a zonas remotas, con equipos defectuosos, sin entrenamiento real, y con una cultura de silencio que castigaba las quejas. Muchos murieron por accidentes, negligencia, o simplemente porque nadie se preocupó por su vida. En los archivos del Ejército, esos casos se clasifican como "accidentes de servicio" o "causas naturales", pero las familias saben la verdad: muchas veces, fue el abandono lo que los mató.
La memoria histórica, el esfuerzo por recordar y dar dignidad a quienes fueron ignorados por el poder no ha llegado a los colegios, ni a los noticieros, ni a los monumentos públicos. Mientras hay placas por deportistas y políticos, no hay una sola en Chile que nombre a un conscripto fallecido. Pero las familias siguen luchando. Algunas lograron que se investigaran casos, como el de los jóvenes que murieron en el norte durante ejercicios de invierno, o los que cayeron en accidentes de tránsito con vehículos militares sin mantenimiento. Pero la mayoría nunca tuvo respuesta.
Lo que encontrarás aquí no son artículos de opinión. Son relatos reales, documentos, testimonios y reportajes que recogen lo que el sistema intentó borrar. Historias de padres que caminaron kilómetros para pedir explicaciones, de soldados que sobrevivieron y ahora hablan, de archivos que se abrieron por presión, y de otros que siguen sellados. No hay fórmulas mágicas ni discursos políticos. Solo hechos. Y el dolor que nunca se fue.
El diputado chileno Luis Jara condenó enérgicamente las palabras de Johannes Kaiser, que hicieron llorar a la madre de un conscripto fallecido durante una discusión sobre un proyecto de ley que busca indemnizar a las familias de conscriptos fallecidos.
