Chile deja atrás la sequía de victorias en amistoso frente a Haití
La selección chilena femenina vivía días grises, encadenando cinco meses sin conocer el triunfo. Todo cambió el 8 de abril de 2025, cuando revirtieron la historia con un 2-1 ante Haití en un amistoso internacional que sirvió más que solo para sumar minutos: les devolvió la confianza que tanto les costaba reencontrar.
El duelo arrancó con tensión. Apenas al minuto 10, la haitiana Sherly Jeudy aprovechó el impulso inicial de su equipo y adelantó a las visitantes. Fue un gol que puso a prueba la paciencia chilena, sobre todo tras el reciente revés del 4 de abril, donde Haití también se impuso gracias a un penal de Melchie Dumornay y un tanto de Kethna Louis. Pero esta vez, la historia no iba a repetirse.
La reacción de Chile no tardó más allá del entretiempo. Ya con cambios de ritmo y una actitud distinta tras el descanso, apareció Vaitiare Pardo, quien aprovechó un error en la zaga rival y marcó el empate al minuto 58. La sorpresa no acabó ahí: apenas un minuto después, la recién ingresada Pamela Cabezas se coló entre las defensoras haitianas y selló el 2-1.
El técnico Joe Montemurro, que asumió con la clara misión de revolucionar el fútbol femenino en Chile, apostó por ajustes tácticos. Apostó por una defensa más compacta, con Antonia Canales en portería, respaldada por Michelle Olivares y Fernanda Pinilla. En el medio, Nayadet López dirigió el tránsito junto a Karen Araya, esencial para romper la presión de Haití y abrir espacios en la ofensiva.
Sonya Keefe y Yenny Acuña llevaron peligro constante, generando ocasiones y obligando a la defensa rival a retroceder. El peso del equipo no recayó solo en las goleadoras, sino en la capacidad colectiva de maniobrar los momentos de máxima presión, algo que hasta ahora costaba encontrar en partidos recientes.
Un resultado que puede cambiar la temporada
Este triunfo no es solo un alivio para la pizarra de Montemurro. Marca un cambio de tendencia en el ánimo y permite mirar con otras expectativas los próximos desafíos internacionales. Después de caer ante Haití unos días antes, las jugadoras supieron cambiar la cara y responder en la cancha, usando la derrota como aprendizaje y volviendo más fuertes.
La recuperación del juego, la variedad de recursos ofensivos y la firmeza en momentos claves han devuelto a la selección chilena una dosis de autoestima indispensable para afrontar futuras competiciones. El despertar de figuras como Pardo y el acierto en los cambios, como el ingreso de Cabezas, dejan claro que el grupo tiene alternativas y sabe reaccionar a la adversidad.
Ahora, la mirada está puesta en seguir construyendo esta nueva versión, donde el resultado no sea casualidad, sino reflejo de una evolución que el fútbol chileno femenino venía pidiendo a gritos.