Una rivalidad NBA que nunca muere
¿Quién se acuerda de aquellos duelos en los noventa, cuando el Madison Square Garden era puro nervio y Reggie Miller silenciaba Nueva York con un simple gesto? Knicks y Pacers vuelven a encontrarse en las Finales del Este en 2025 y es imposible no pensar en sus antiguos combates. ¿Cuántas rivalidades NBA pueden presumir de tener historia real, de las que dejan cicatrices y frases inolvidables?
Esta serie tiene aroma a otro tiempo, pero ambos llegan renovados. Los Knicks, originales desde 1946 y miembros fundadores de la liga, no levantan el trofeo desde los días de pantalón corto en 1973. Los Pacers, hijos de la ABA desde 1967, siguen buscando estrenar vitrina en la NBA y escapar de la sombra de sus años dorados en la anterior liga. No son solo dos equipos; representan décadas de baloncesto estadounidense y emociones a flor de piel: desde el famoso 'Boom, Baby!' de Reggie a John Starks lanzando comentarios que aún resuenan en Indiana.
Estrellas y estilos en conflicto
En la pista, el choque es directo. Los Knicks apuestan por la fuerza interior, con un estilo que no rehuye el contacto ni el juego en la pintura. O.G. Anunoby aporta defensa y potencia física, mientras Tom Thibodeau, el técnico, impone ese sello de trabajo duro que define a Nueva York. Enfrente, los Pacers son casi la antítesis: Tyrese Haliburton dirige la ofensiva como si fuera un base salido de un videojuego, y junto a Pascal Siakam buscan abrir la pista, correr y salir a la carrera en cada oportunidad.
Rick Carlisle, entrenador de Indiana y viejo zorro del banquillo, enfrenta a Thibodeau en un duelo de pizarras y nervios. No son solo estilos, son ideas de cómo debería jugarse el basket hoy. Indiana tira más desde fuera, no teme al triple y prioriza la velocidad. Nueva York engancha a sus aficionados con músculo, rebote y una defensa intensa que no permite respirar. El espectáculo es asegurado: ¿Ganarán los triples y las transiciones, o la paciencia bajo el aro y la defensa férrea?
En medio de esa batalla presente, los viejos aficionados repasan las gestas de años pasados, desde la racha milagrosa de ocho puntos en nueve segundos de Miller, hasta el orgullo neoyorquino que nunca se resigna. Esta Final del Este no sólo decide quién pelea por el anillo: revive historias de gloria, riñas y partidos imposibles de olvidar.